jueves, 17 de febrero de 2011

HAY UNA LEY

 A pesar de nuestras diferencias, hay una ley que vincula a las grandes religiones.
Jesús nos dijo "Ama a tu prójimo como a ti mismo".
La Torah ordena: "Aquello que sea malo para ti, no lo hagas a tus semejantes".
En el Islam, hay una enseñanza que afirma: "Ninguno cree realmente hasta que desea para su hermano lo mismo que desea para sí".
Y lo mismo vale para los budistas, los hindúes, los seguidores de Confucio y para los humanistas.
 Es, por supuesto, la Regla de Oro, la propuesta que nos invita a amarnos, a entendernos, a tratar con dignidad y con respeto a todos aquellos con quienes compartimos un breve momento en esta Tierra. Es una regla antigua, una regla simple, pero también uno de los mayores desafios. Porque pide de cada uno de nosotros que nos hagamos responsables del bienestar de gente que tal vez no conocemos ni admiramos y con quien tal vez no coincidimos en todo.
A veces, nos pide que nos reconciliemos con acérrimos enemigos, o que resolvamos viejas disputas. Y eso requiere una fe activa, vital y fervorosa... para dar algo de nosotros en beneficio de otros y  la construcción de un mundo mejor.
(Barack Obama)